«Para el compañero.
Había un muro. No parecía importante. Era un muro de piedras sin
pulir, unidas por una tosca argamasa. Un adulto podía mirar por encima
de él, y hasta un niño podía escalarlo. Allí donde atravesaba la
carretera, en lugar de tener un portón degeneraba en mera geometría, una
línea, una idea de frontera. Pero la idea era real. Era importante. A lo
largo de siete generaciones no había habido en el mundo nada más
importante que aquel muro.
Al igual que todos los muros era ambiguo, bifacético, Lo que había
dentro, o fuera de él, dependía del lado en que uno se encontraba».
(...)
...si es ése el futuro que buscáis, entonces os digo que vayáis
a él con las manos vacías. Tenéis que ir a él solos, solos y desnudos,
como viene el niño al mundo, al futuro, sin ningún pasado, sin ninguna
propiedad, dependiendo totalmente de los otros para vivir. No podéis
tomar lo que no habéis dado, y vosotros mismos tenéis que daros. No
podéis comprar la Revolución. No podéis hacer la Revolución. Sólo podéis
ser la Revolución. Ella está en vuestro espíritu, o no está en ninguna
parte».
Los desposeídos _ Ursula K. LeGuin
|