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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

Infinity x3


 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

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Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano

 

 

 

 

 

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«Estoy aquí en el Café Atinel, al anochecer, junto a los pasajeros de los ferrys, trabajando una vez más en este diccionario de escritores de diarios íntimos y tratando de relacionarlo con El mal de Montano, intentando recomponer el tejido ajado de esas relaciones entre los dos textos distintos, intentando que de nuevo algo centellee y nos recuerde que hubo en otros tiempos un tejido joven perfecto, de hilo sereno y lenguaje lógico en el que carecían de sentido las casualidades porque todo era nítidamente casual.

(…)

Ese tejido, hoy irreconocible, podría ser el mismo que intuye Sebald que, aunque ajado, existe; existe pese a que a nosotros sólo nos llegan, cuando nos llegan, fugaces pero asombrosos centelleos que tal vez estén confirmándonos que no sabemos qué exactamente pudo ocurrir y cuál fue el malentendido, pero que sin duda hubo disparos en algún paraíso o, en cualquier caso —como me dijo Sergio Pitol cuando le mostré documentos que descubrían una enigmática casualidad que se había cruzado en nuestras vidas y que delataban también un centelleo en el tejido ajado—, «algo debió pasar, eso seguro».

 

Enrique Vila-Matas _El mal de Montano